Palomo Pelotilla

«Yo solo quería adaptarme sin dejar de ser yo mismo». Escribía, Palomo Pelotilla.

Buen padre al no tener hijos y buen hijo al no conocer a su padre.

Nació en un cabaret y su madre era dueña de un burdel, pero a pesar de todo no perdió su virginidad hasta los 23, Palomo Pelotilla.

Su madre soñaba con grandes escenarios para él, suelos de mármol pulido, anfiteatros pintados con ovaciones de óperas clásicas europeas, y música de cámara donde su violín suena y resuena como si siempre fuera su primera vez, Palomo Pelotilla.

Recibió exquisita educación en la maestría del violín; siempre alejado lo más posible de las luces del burdel y de la desinhibición de un cabaret, que regentaba el actual padrastro de Palomo Pelotilla.

Pero nadie sabía que él cierra los ojos y olvida su fama como violinista y sueña y se imagina recitando poesía en un cabaret, viviendo la noche y sus amores en un burdel; Se encuentra entre la espada afilada por la técnica de su violín y su más escondidas pasiones pintadas en una olvidada pared.

Un día decide dejarse caer por las tascas de un suburbio, muy lejano de su cómodo y aburrido hotel, y allí conoce a Raquel, bailarina veterana de un cabaret.

Vive libres aventuras hasta que Raquel le confiesa que es esclava del chulo de un burdel, pero nada detiene la pasión de Palomo Pelotilla.

Deja toda refinada fama por seguir amando perramente a Raquel, Palomo Pelotilla.

Y un día se encara al chulo que explota a Raquel, prostituta en un burdel.

El asunto se complica y asesina a su chulo y a la dueña del burdel, Palomo Pelotilla.

Cegado por su amor apasionado no duda en matarlos, aunque ellos sean su madre y su padrastro. Raquel muy horrorizada y descontenta decide abandonarlo.

Por fin, escribe y recita poesía en un cabaret, y termina diciendo los siguientes versos; «Yo solo quería adaptarme sin dejar de ser yo mismo», y seguidamente abre la funda de su violín saca una navaja y se raja el cuello.

Por fin ha cumplido su sueño, Palomo Pelotilla.